Likes para la justicia digital
Durante los últimos 25 años, internet ha permeado tanto en nuestras vidas que sin ella prácticamente nos paralizamos. Basta recordar el caos comunicacional generado la última vez que se cayó WhatsApp. Y es que así como el covid-19 retrasó planes personales, gubernamentales y hasta elecciones en más de 65 países, también aceleró la tendencia hacia la digitalización. El Foro Económico Mundial estimó que en tres meses se avanzó digitalmente lo que hubiese sucedido en 10 años debido al distanciamiento físico obligado por la pandemia. Esta situación motivó que tribunales de múltiples países cerraran sus puertas, con cientos de miles de audiencias pendientes y sentencias por emitir. Complicada decisión, ya que el acceso a la justicia es un principio básico del estado de derecho. Si bien es bienvenida la responsabilidad de velar por la salud del personal de cualquier tribunal, también se debe ponderar con el derecho a acceder a la justicia y actuar en consecuencia. Estas semanas, debido a que todos somos un potencial foco de contagio, una gran parte de quienes trabajan lo hace a través de videoconferencias, otros hacen el supermercado vía aplicaciones y millones de estudiantes terminaron su periodo escolar en videoconferencias por medio de Zoom. Entonces, si podemos resolver nuestra vida online, ¿por qué no abrir la puerta a la justicia digital de una vez por todas? ¿Por qué y a qué habríamos de esperar? ¿Cómo saber que la nueva normalidad no es la que ya vivimos y simplemente nos hemos resistido a aceptar? Ante la innegable realidad, la Suprema Corte, el Consejo de la Judicatura Federal y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación adelantaron lo que ya trabajaban y echaron a andar, el juicio en línea, que amplía el acceso a la justicia para millones de mexicanos. Hace 12 años, el coordinador de asesores de Barack Obama, Rahm Emanuel, dijo que “nunca se debe desperdiciar una crisis”. Por el contrario, circunstancias extraordinarias deben acelerar la respuesta a problemáticas ciudadanas no resueltas. Quizá sin conocerlo, el Poder Judicial, con el liderazgo del ministro Arturo Zaldívar, así como del magistrado Felipe Fuentes Barrera, presidente del tribunal electoral, han seguido el consejo de Emanuel y sacudieron el rezago tecnológico que se arrastraba desde hace unos 10 años en comparación con otros sistemas de justicia en el mundo. Esta innovación jurisdiccional nos muestra que ser juzgador no solo exige objetividad, independencia, imparcialidad y profesionalismo, sino la altura de miras y firmeza para transformar el sistema de justicia. No obstante los avances, la transición apenas comienza y será indispensable mantenerse alerta para no caer en retrocesos y dejar en leída esta exigencia ciudadana. Por ello, para maximizar los beneficios de la justicia digital a nivel local, detecto la necesidad de reforzar la discusión al menos por dos vías: 1. Nacional: con los tribunales estatales, para que la ola transformadora permee y modernice la primera instancia, que es la más cercana a la gente. Para lograrlo, dicen académicos extranjeros, es necesario generar una red de apoyo técnico interinstitucional que dé certeza a los tribunales que decidan otear al futuro y darle la mano al presente. 2. Internacional: a través de foros de discusión e intercambio de mejores prácticas sobre justicia digital (por el momento virtuales), descubrir qué acciones de otros tribunales fortalecerán esta transición en nuestro país. Si bien urge la generación de una vacuna contra el covid-19 para terminar con el confinamiento, también lo es seguir avanzando mientras tanto. Ojalá esta pandemia sirva para dar like a la justicia digital y materializarla en todo México.